Azul y frío,
así es ese recuerdo:
un mar delicado
surcado por hielo
que no responde al grito
o a los ruegos
bello y mudo,
atesorado.
Junto con el resto,
lo guardo en un frasco
de vidrio templado,
de cristales de llanto.
He coleccionado
cada triunfo sobre el daño.
He ordenado
el caos en frascos:
Allí está ella,
la que apenas despierta,
que se retuerce en miedo
y en alerta.
Está la que miraba a la ventana…
y sus trazos en escarlata.
Está la huida desastrosa.
El levantamiento de falsos,
el juicio y el fallo,
la cruel sentencia.
El vestido blanco.
Están, en los frascos,
gritos acallados
de terror paralizado
y el silencio forzado.
Los llené de lágrimas
y revelaciones,
de temblores
incontrolados.
Grité en su boca
maldiciones,
aullidos animales,
murmullos indescifrables,
lamentos de tristeza
y arranques de demencia
durante muchos años.
Y los frascos se…
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