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Marcha de #AyotzinapaUnAño

Comparto aquí mis pensamientos e imágenes sobre el aniversario de la desaparición de los estudiantes de #Ayotzinapa

Avatar de Carla Paola ReyesArte y denuncia

Me lleno la vista,
el oído,
cada sentido.

Hay gente, colores,
sonidos y niños.
Hay vida
ante la muerte,
el silencio,
los desaparecidos.

Día oscuro y plomizo,
pero aquí nadie duerme.
La llovizna no espanta;
nadie está frío.

Vi miles de manos
sosteniendo el mensaje:
«Los queremos de vuelta,
y los queremos vivos».

Hay trompetas, hay poetas,
hay banderas de luto.
Hay incienso, caracolas,
fotografías e insultos.

Hay lágrimas de sangre
sobre el rostro de una chica.
Y el símbolo de la patria
yace en su espalda, herido.

Y lo que más duele
son las voces que cantan
consignas y rimas,
afrentas, demandas.

Pero más lastiman
las que cuentan sus bajas:
1,2,3… 40, 43.

Hay un pueblo dolido
que exige respuestas.
Hay millones que claman:
«Ayotzinapa».

Aquí, la opinión de asistentes a la marcha:
https://youtu.be/geutZjcBY58
https://youtu.be/iyQMaSWPIvQ

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Ayotzinapa: el arte como denuncia

Les comparto mi artículo publicado en la Revista 7 de Salto al reversoTrata acerca de las iniciativas artísticas surgidas a raíz de la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa, México.

Pueden leerlo completo aquí: Ayotzinapa: el arte como denuncia.

Para conocer a detalle estos movimientos, los invito a consultar un segundo artículo mío en el blog de Arte y denuncia: Ayotzinapa: iniciativas artísticas de denuncia social.

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Por último, los invito a consultar el número completo de la revista #7 Salto al reverso «Amores enfermizos»:

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Abrir los cuarteles

Avatar de Carla Paola ReyesArte y denuncia

/ // / / CC BY / // / / CC BY

Si de verdad van a abrir los cuarteles militares para ver si los estudiantes desaparecidos están allí, yo quiero entrar. Eso soñé. Eso realmente soñé. Acabo de despertar y lo escribo.

Fui al cuartel, me dejaron entrar con mi gafete de reportera. Entré a una sala donde había varios reporteros, quienes rápidamente pudieron notar mi poca experiencia. Yo era más joven. Vestía de negro. Un señor me pasó la mano por la cabeza como se acaricia a una niña pequeña que tiene miedo. «Lo que estamos a punto de ver….», pensó, mientras me hacia un gesto significativo con la cabeza.

Sí estaba asustada. Nunca había ido a una morgue. Los demás reporteros avezados en ello procedieron a ponerse largas batas verdes y a cubrirse el rostro con cubrebocas. Yo solo tome una libreta y un bolígrafo, y saqué mi celular para tomar fotos.

Eché a andar detrás de ellos.

Pero a donde llegué no era una…

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